martes, 9 de marzo de 2010

Transgénicos y combustible

A proposito de lo que el Dr. Molina expresaba acerca de que México debe tomar medidas para reducir la emisión de gases contaminantes me puse a pensar que los tan satanizados cultivos transgénicos podrían usarse para este fin. Estas plandas han demostrado tener una resistencia y rendimiento superior por hectárea comparados con semillas ordinarias, lo que significa que en menos área se podría producir más sin depender incluso del clima, protegiendo las zonas de cultivo destinadas a la alimentación y a las zonas selváticas y boscosas. A un motor a etanol no le interesa si el alcohol se sacó de un transgénico o no. Sería una manera de aprovechar la ingeniería genética detras de los transgénicos y que permitiría a la población acostumbrarse a sus beneficios.
Tarde o temprano los transgénicos se convertirán en algo normal, si no para todos si para un amplio sector de la población, así como la medicina moderna o las papas. La primera era vista con recelo por algunas culturas e incluso hoy en día hay religiones que se oponen a las cirujías o como los testigos de Jehová que se oponen a las transfusiones, y en el caso de las papas eran consideradas en europa, particularmente en Rusia como venenosas y causantes de lepra, por lo que muchos preferían morir de hambre que comerlas (¿suena familiar?). La preocupación de que las plantas "contaminen" otros cultivos se podría resolver con la misma ingeniería genética, fabricando semillas de plantas estériles (algo así como el limón sin semilla). De esta manera sería imposible que plantas tradicionales se polinicen con transgénicos.
Si, se debe cuidar que la tecnología sea segura, como todo. Lo mismo pasa con las medicinas. Se descubren, se tiene una perspectiva de su potencial curativo, pero aun así se experimenta cuidadosamente mientras se estudian sus efectos. El maíz transgénico que ya existe puede irse empleando para producir combustible al por mayor mientras se hacen más estudios que permitan determinar sus efectos en el ser humano. Al final el alcohol, los medicamentos de libre receta o las garnachas en la calle son potencialmente perjudiciales e incluso hasta mortales para el ser humano y nadie busca que se prohiban, sólo que se regule su venta y se vigile que la calidad sea buena.

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