sábado, 30 de julio de 2011

Lucy in the sky with diamonds

El tema principal de esta entrada seguramente no es nuevo en el clima actual en México de "guerra contra el narco". Se habla mucho de la posibilidad de legalizar las drogas para frenar el tráfico ilícito y la violencia y corrupción que conlleva. En algunos casos se cuestiona por ejemplo el que las bebidas alcohólicas, que también generan adicción y generan efectos socialmente destructivos (accidentes, bajo rendimiento laboral, enfermedades y violencia entre otros) o el tabaco, que también genera adicción y enfermedades sean legales.
Existen quienes opinan que el daño generado por las drogas es más grande que el del alcohol, que generan adicciones más fuertes, degeneración física y mental más rápidas, más violencia.
En ambos lados, entre la gente que está a favor o en contra de la legalización de las drogas, existe la tendencia a hablar del alcohol "en general", y de las drogas también "en general".
Tanto con el alcohol como con las drogas podemos hablar de diferentes tipos, diferentes hábitos de consumo y diferentes objetivos al administrarse esas sustancias.
Octavio Paz en su libro Corriente Alterna habla acerca de las experiencias místicas de los poetas, artistas y místicos religiosos que tenían lugar con el uso de sustancias alucinógenas. Describe a las drogas como sustancias que general llevan a la introspección y la contemplación, a diferencia del alcohol que lleva a la exteriorización de los sentimientos y es en cierta manera un lubricante social, y escribe acerca de cómo en las sociedades modernas se ha despojado al acto de administrarse drogas del rito, de los significados, de los contextos profundos en que solían ser administradas las drogas para pasar simplemente a la experiencia aislada, vacía.
La modificación en la manera en que una persona experimenta la realidad ha dejado de ser una manera de conocerse mejor, de generar nuevas ideas, de encontrar nuevos significados para convertirse en simple escape temporal, y ciertamente muchas personas llegan a destruir sus vidas y la de las personas que los rodean producto del abuso que se comete de las sustancias. Esto lleva a muchos a justificar la prohibición de ellas, aunque eso a veces no resulta congruente con la permisión del alcohol. Los efectos de la prohibición de este último en Estados Unidos son una muestra de lo contraproducente que puede llegar a ser prohibir la ingesta de bebidas alcohólicas, y es visto además como un argumento a favor de la despenalización de las drogas.
En particular, lo que me llamó la atención de este asunto es el hecho de que en las opiniones que he leido o escuchado a favor de la legalización de las drogas suele estar presente la idea de que estas ayudan a la introspección, a la contemplación pasiva, lo que consideran es menos peligroso que la desmedida extroversión y tendencia a conductas agresivas del alcohol.
Creo que sería bueno que en el debate se especificaran los diferentes tipos de drogas y los efectos particulares de cada una más que hablar de ellas como conjunto, pues mientras que con el peyote o la marihuana los efectos puedan ser los mencionados de introspección y contemplación, en el caso de la cocaína son más bien de exaltación e irritabilidad, y con las metanfetaminas de manera similar se genera un estado de euforia y sensación de energía desmedida, lo que hace que estas junto con la cocaina sean usadas muchas veces en fiestas o bares por personas para mantenerse activos, sin hambre, sueño o cansancio por mucho tiempo, además de que con el paso de las horas (o los días incluso) el cansancio psicológico puede ser tal que junto con la eliminación de la sustancia estimulante se pueda llegar a episodios de violencia, lo que está lejos de esta idea de tomar drogas con objetivos de introspección y contemplación pasiva.
Estas diferencias creo que deben ser tomadas en cuenta tanto por quienes defienden la legalización de las drogas en general, como quienes estan a favor de la prohibición, también en lo general.
Existen culturas que consumen drogas como parte importante de sus ritos religiosos o con fines terapéuticos y medicinales. Estan también las personas que las consumen simplemente de manera recreacional y con excesos que llevan a daños graves tanto para ellas como para la sociedad, de la misma manera que el consumo desmedido del alcohol.
En lo personal creo que prohibir en lugar de regular puede traer desventajas como por ejemplo las que trajo en México la prohibición del uso de pseudoefedrina (el tabcin ya no es lo que era). Creo que en el caso de la marihuana su consumo debería ser permitido, evitando por supuesto que quienes no deseen exponerse al humo estén protegidos como sucede con el tabaco. Respecto al resto de las sustancias, se deben considerar sus efectos específicos, los riesgos a la salud, los beneficios, y regular cada una en función de ello. Combatir el fenómeno de la adicción en todas sus formas desde un punto de vista sanitario y no criminal, y más que prohibir la producción, distribución y venta de drogas en general, regular estos aspectos como sucede con químicos o medicamentos (los cuales por cierto también son drogas).
Ciertamente los grupos que se dedican a la distribución de drogas ilegales generan también extorsión, asesinatos, secuestros y violaciones, entre otros, pero el esfuerzo debe ir dirigido a atacar las finanzas de estos grupos, a impedir su acceso a armamento y a la limpieza y capacitación de fuerzas de seguridad, más que simplemente concentrarse en las drogas en sí como el orígen de todos los males.