El primer episodio que se me viene a la mente con eso de los sombrerazos cancilleriles es el de la reducción de las relaciones entre Cuba y México a raíz de actividades de injerencia en la política interior. Después de declaraciones por parte de Fidel Castro que irritaron al Gobierno mexicano, embajador, se llamó de regreso a la embajadora de México en Cuba Roberta Lajous, y se declaró persona non grata al embajador cubano en México, Jorge Bolaños.
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Recuerdo también a Adolfo Aguilar Zinser, enviado de México a la ONU que participó en el Consejo de Seguridad, fungiendo incluso como presidente temporal por dos periodos de un mes. Se fajó mientras estuvo ahí no cediendo a las presiones de EEUU, y durante un discurso en la Universidad Ibero-Americana no tuvo empacho en referirse a las relaciones de México con EEUU como si se tratase de un patio trasero, razó por la cual Vicente Fox, seguramente para complacer al Gobierno del norte, le solicitó su renuncia, lo que Zinser calificó como traición.
Desafortunadamente este diplomático falleció en un accidente de auto en 2005, a los 55 años.
(Imagen: http://fuente.presidencia.gob.mx/archivos/1/7/4/0/art/fotos/mediano/mijogi90.jpg)
Por supuesto no se puede dejar de mencionar a Alfonso García Robles, diplomático que en la ONU trabajo fuerte en pro del desarme nuclear, labor por la que fué galardonado junto con Alva Reimer Myrdal con el Premio Nobel de la Paz en 1982. Supongo que él sí aprendió bien.
(Imágen: http://www.gahetna.nl/over-ons/open-data)
Gilberto Bosques fué otro diplomático mexicano ejemplar. Cónsul de México en París, ayudó a más de 40mil personas a escapar de la persecución nazi durante la segunda guerra mundial, razón por la cuál se le considera el Schindler mexicano.
(Imágen: https://www.unam.mx/).
Si bien en la historia de la diplomacia mexicana ha habido traspiés y muchas veces se ha actuado con sumisión ante potencias extranjeras, existen también momentos de lucidez y coraje. Este que vivimos ahora se antoja para que se deje de improvisar y se ponga a verdaderos profesionales a cargo de las relaciones con otros países. Las consecuencias de no hacerlo podrían echar abajo las posibilidades de salir del agujero en el que nos encontramos y de poder construir un futuro mejor.